La situación que nos envuelve ha producido que miles de empresas se vean abocadas a tener que recurrir a los famosos Expedientes de Regulación de Empleo (ERTE), algo que podría traer consecuencias en la Declaración de la Renta para los trabajadores afectados. Por hacer una estimación, a cada empleado al que se le ha sido incluido en un ERTE y que cobre menos de 24.000 euros brutos al año podría tener que abonar más de 1.300 euros a la Agencia Tributaria en la Declaración de la Renta 2020 (la que se presenta en 2021).
Esto se debe a varios motivos: los trabajadores regulados sufrirán menos retenciones de IRPF; el umbral que marca la obligatoriedad de realizar la Declaración de la Renta se reduce al tener dos pagadores —la empresa y el SEPE— de 22.000 euros a 14.000 euros y, sobre todo, que la prestación por desempleo en la mayor parte de los casos se gira sin retención alguna. Por lo tanto, el próximo año la Agencia Tributaria cobrará la cantidad que no se haya retenido durante el 2020.
La única forma de solucionar esta situación, es que el trabajador solicite a su empresa una mayor retención en los meses de noviembre y diciembre de 2020. De esta forma el trabajador no tendrá que afrontar el pago del golpe en la próxima declaración y puede repartirlos en varios pagos gratuitamente.
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