Al hilo de lo comentado en nuestro anterior artículos sobre EL IMPACTO ECONÓMICO DEL COVID-19, hoy vamos a comentar la que se nos avecina en materia de reforma fiscal o llamado de otra forma, la SUBIDA DE IMPUESTOS QUE VAMOS A SUFRIR TODOS.
No es nada nuevo saber que desde hace más de una década, España necesita una profunda reforma fiscal en condiciones. No debe tratarse de mínimas modificaciones y que se vendan como si fuera un gran cambio fiscal. Es necesario ir mucho más allá.
El sistema fiscal español presenta importantes limitaciones que no permiten recaudar lo necesario para el sustento del sistema. Se deberían abordar los graves problemas de suficiencia y equidad que tenemos en España a la hora de aplicar los impuestos y establecer más y mejores medidas que combatan la economía sumergida y el fraude fiscal, una lacra de nuestro sistema tributario.
Durante muchos años se nos ha estado vendiendo que los impuestos directos se han bajado, pero esto ha sido siempre a cambio de otra subida de la presión fiscal indirecta. Es decir, te bajo el IRPF pero te subo el IVA, no creemos que esto sea lo más adecuado. Además, los impuestos indirectos crean «ilusión fiscal». Y no hace falta ser un experto fiscal para darse cuenta de lo anterior.
Lo anterior es incluso más problemático cuando la rebaja de impuestos directos es claramente mayor para las rentas más elevadas, pero solo se publicita la rebaja fiscal media. Por otra parte, las continuas modificaciones del Impuesto sobre Sociedades, han provocado que este tributo recaude ahora la mitad de lo que se obtenía hace 15 años, y que las grandes empresas paguen cantidades irrisorias si comparamos su esfuerzo fiscal con el soportado por las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES). Algo no funciona bien, desde hace años, en España en materia tributaria.
En efecto, haría falta recuperar la capacidad fiscal directa de nuestro sistema fiscal. Los impuestos directos son los más justos, quien más capacidad fiscal tiene, debe contribuir más. Algo que desde luego no está presente en los impuestos indirectos, como el IVA. Sin embargo, en los últimos años se ha avanzado justamente en el camino contrario.
Además, no podemos obviar que la reforma fiscal va a venir impuesta desde la Unión Europea, aunque se quiera ofrecer la imagen de que es algo que se lleva años diseñando.
Las autoridades europeas ya han avisado al ejecutivo español que debe iniciar el proceso de consolidación fiscal lo antes posible, para evitar llegar a tasas de déficit público respecto al PIB de dos dígitos, como sucedió en 2011. La verdad es que hay motivos para preocuparse.
¡¡Agárrense, que vienen curvas!! Asesoría de Negocios